viernes, 12 de diciembre de 2008

sobre ruedas


No se si ustedes habrán sentido en algún momento al parecido, querer viajar por un buen tiempo, salir de la rutina o simplemente desaparecer, seguro que al menos una vez lo han sentido.

Ya de ese viaje han transcurrido 2 años aproximadamente, lo que salió como una simple frase sin sentido dicha en una reunión se convierte en una idea que se habrá que cumplir. Recuerdo que por esos días me sentía bajoneado, había terminado algo que sin remedio tenía que acabar, pero este idiota soñador siempre busca lo más difícil y resignarme no estaba en mis planes por esos tiempos.

Creo que las mejores ideas que se han planteado nacen de conversaciones sin sentido y más si son bajo el efecto alcohólico, bueno pues, esta no fue la excepción. En una de las reuniones de los x (una de esas reuniones que se dan cuando se unen los planetas) salió la frase "vámos al sur solo nosotros y nuestras bicicletas". Lo que sonó como una idea casi descabellada en ese momento luego de 2 latas de cuzqueña se convirtió en una fabulosa idea. La verdad por esos días Iba a explotar de tantos problemas que tenía y eso creo que podía ser mi válvula de escape, al menos por el momento porque de esto estoy seguro, puedes escapar de tus problemas pero tarde o temprano los afrontarás y para ese entonces quería tener las ideas claras y la mente despejada.
Días después la emoción del viaje sin rumbo y sin dinero en vez de intimidarnos, nos motivaba, como un morbo que se tenía que satisfacer.

Ahora el problema mayor no era mi bicicleta que aun vieja todavía tenía fuerza y empuje para soportar este trecho, el problema que tenía que solucionar era como mis viejos. Ellos en la vida aceptarían semejante propuesta, mi madre indignada aceptaba que viajara, pero se horrorizaba que lo hiciera en bicicleta y más si es al sur donde a cada momento escuchamos los accidentes están a la orden del día.

Pero yo ya había tomado una decisión, de todo el rollo que se dijo solo puedo resaltar una frase que no sé de donde la saqué pero me pareció oportuna para ese momento " madre: yo sé que si no lo hago ahora que estoy joven, quizás cuando este viejo me arrepienta", me arrepienta de las cosas sin sentido que se puede hacer en la adolescencia, donde errar y equivocase van de la mano con vivir y recuperarse, y creo que me sentiría mal si por un tonto miedo no lo pueda realizar.
No se si estas palabras la convencieron, pero al final accedió, el camino estaba libre, los preparativos se estaban dando.

Mi bicicleta la repotencié, compré: cámara, un timón nuevo, luces, cambios, prácticamente era otro. Y eso me daba confianza, porque sinceramente el tema físico era uno de mis puntos flacos, y más cuando tenía 10 meses de prácticamente estar en estado sedentario gracias al ajetreo universitario.

En total los que íbamos a viajar éramos 5, todos buenos amigos, en realidad éramos seis pero uno se había quitado al extranjero meses atrás.

El día llegó, mis provisiones: 8 latas de atún y 5 barras de cereal bar, una mochila, un sleeping, una linterna, mi celular, pilas, un canguro, una gorra y porsiacaso 10 soles, eso era todo.

Salí de mi casa después de un "cuídate mucho" por parte de mi madre, casi flaqueo pero estaba determinado, quería y debía hacerlo. El punto de encuentro fue en la casa de uno de mis amigos, compramos gatorade en polvo, caramelos, y una botella de agua mineral cada uno, recuerdo que la casa de mi amigo quedaba en el km 20 aprox. (panamericana norte) y la meta que nos habíamos trazado era km 100 panamericana sur ir mas allá solo dependía de nosotros, el tiempo de llegada también era cuestión nuestra.

Partimos, yo simplemente dejándome llevar, emocionado, en realidad es algo que no se puede describir, atrás quedo el remordimiento de dejar a la familia en suspenso, pero ya estaba hecho, seguir hacia adelante, y solo desertaría si mi bicicleta se malograra porque el chiste era ir y regresar en bici y si de no ser así ya no valdría la pena, al menos para mi.

La verdad que los carros en esa carretera son unos hijos de p..., recién ahí entendí por qué los accidentes ocurrían, por más que tomáramos precauciones siempre había uno que te metía el carro, y que decir de los interprovinciales, los soyuz, esos te cerraban con el ómnibus y te obligaban a parar de improviso.

Llegamos al puente atocongo a las 2 de la tarde y estábamos muy cansados, por mi mente corrían dudas acerca que si llegaríamos a la meta trazada. Pero veía a mis amigos y sentía que esto no estaba hecho para el fracaso, por lo menos esta vez no, mis amigos y yo no habíamos hecho esta empresa para morir al primer intento.

Jugando con los cambios, rotando a suave en las subidas y en fuerte en las bajadas para agarrar velocidad para asi no cansarnos tanto seguimos adelante, el truco era no parar ni bajarte de la bicicleta, por dos razones:1) ocasionaría calambres intensos. 2) por que si bajábamos podría haber problemas con los ladrones, esos que en las carreteras siempre existen.

Pero lo gracioso era que después de unos kilómetros el cansancio se disipó, al menos por un momento, conversando, riendo y disfrutando del paisaje que sin duda alguna no hubiera sido posible apreciar sentado cómodamente en un carro.

Km. 21, pasamos por el touring, avanzamos ahora con más velocidad, nos parecía increíble que este cansancio se haya disipado por el momento, disidimos parar justo al frente de campo mar U, (un lugar donde entre la división de menores del club universitario) el fastidioso sol había bajado. Saque mi primera lata de atún, también saque pan que había comprado en uno de los peajes que pase y comenzamos el almuerzo, recuerdo que ese fue la lata de atún más sabrosa que había comido en toda mi vida, nos quedamos poco tiempo conversando de las anécdotas y disfrutando de un descanso, el tema principal fue tratar de acordar donde pasaríamos la noche porque la seguridad era una de los puntos flacos en este viaje. Acordamos acampar en uno de los siguientes peajes que había en las carreteras y así quedo, así lo haríamos, pero más adelante veríamos que eso no sería nada fácil.

Bueno, según el pronóstico, pensamos que lo más seguro era que estaríamos en nuestra meta al día siguiente y así lo haríamos, el entusiasmo de saber que si se podría y en menos tiempo del que pensábamos nos llenaba de optimismo y una sensación adrenalínica.

Lo gracioso era que me di cuenta que no éramos los únicos que hacíamos este tipo de viajes, nos encontramos con personas que también hacían lo mismo pero con mucho mas equipos de los que nosotros llevábamos, algunos regresaban, otras decían que era su segunda vuelta, nos decían "hasta la 97.5 y volvemos, para que más", otro motivo más del por qué seguir, saber que otros lo hacían sin dificultad nos inspiraba a seguir adelante.

La subidas eran cada ves mas matadoras, recuerdo que habían subidas en que rompía la regla, no se podía más, bajaba de la bicicleta y caminaba, no me quedaba de otra.
Cuando llegué a una cima vi lo espectacular del paisaje, era indescriptible y más si estas absolutamente solo. Estar mirando paisajes que nunca pones atención cuando viajas, apreciar sin el fastidioso ruido de un motor de carro que te quita la inspiración y de pasada te destruye el tímpano, no tiene comparación.
Las bajadas las aprovechamos al máximo, le sacábamos 2 a 3 Km solo en pique. Asi tenía que ser, si no estábamos fritos.

Bueno pues ya cerca de las 5.30 - 6 PM sentía que no podía más, pero mi obstinación y las ganas de no quedarme rezagado con respecto a mis amigos me impulsaban pero el cansancio era en todo el cuerpo, no solo en las piernas, nos hidratábamos pero parecía que no servía de nada para aplacar esta sed.

Por fin eran las 6 de la tarde y estábamos a la altura de San Bartolo Km. 40 ó 50 si no me equivoco. Vimos una caseta donde teníamos que acampar, pero solo era la caseta y nada mas, solo era polvo en todo alrededor, podíamos entrar a san bartolo pero era salirnos mas o menos a 1 o 2 Km. de nuestra ruta y estábamos muy cansados para aceptarlo, en realidad desesperados por un descanso. Recuerdo que uno de mis amigos le pregunto al guardián si pedíamos quedarnos al costado de su caseta, el guardián nos miro con cara de pocos amigos y nos dijo que nos fuéramos pues dijo que meses atrás habían llegado otras personas con el mismo cuento y le habían robado algunas cosas de valor, el lugar tampoco era como para rogar, la verdad en seguridad no nos brindaba ninguna confianza pues creo que ni luz tenía, pero bueno, ya estaba oscureciendo y no se podía ser exquisito. Un señor que pasaba por ahi nos mencionó que la parte que seguía era la más jodida, y asi parecía, no se veía nada, solo cerros y cerros, nada más que tierra y más tierra, ni una sola casa, era intimidante por esas horas pero nos quedaba pocas opciones, por votos se decidió seguir ese trayecto y encontrar guarida en la ciudad que seguía.

Y así fue, comenzamos otra ves el viaje, el cansancio ya pasaba factura, llegamos a la altura de la pista para Sta María, y vi que tenía razón el poblador, cada vez veía menos casas, cada vez era mas despejado, cada vez más silencio, cada ves más oscuridad, pero también cada vez era mas emocionante, es algo que no se puede describir, quizás eso es lo que sienten los aventureros, no lo sé, pero era emocionante al fin, nunca antes sentido.

Decidimos prender las linternas, pues lo camiones que cada vez eran más pasaban al costado nuestro y para que nos tuvieran en cuenta los prendimos, esta vez se hizo más largo el trayecto porque era subida y lo decidimos hacer caminando por precaución, conversando, contando chistes malos por supuesto, preguntándonos que pueden estar haciendo en este momento diversas personas, pensando que lo que hacíamos era heroico, digno de hombres aventureros, temerarios (ojo , no valientes) porque sabíamos que era peligroso y sin ningún sentido razonable.
Bueno pues, seguimos caminando y vimos una luz a lo lejos, creímos que era la ciudad, la civilización como decíamos, porque estábamos absolutamente en la nada cerca de las 8 de la noche sin señal de celu, prácticamente en la nada, pero seguimos adelante porque sabíamos que al final tenía que estar la civilización. Vimos una luz y aceleramos, pero cuando más cerca estuvimos más nos dimos cuanta de nuestro error, esa luz era un cartel, un cartel inmenso de ripley, pero la luz? como tenía luz en medio de la nada, cuando nos acercamos lo supimos era a motor, ahí conocimos al tío de la cama carretilla que trabajaba cuidando el motor que alumbraba ese enorme cartel, lo vimos, lo saludamos nos vio con cara de sorpresa seguro habrá dicho "que idiotas por exponerse así en estos lugares", solo les hicimos unas señas y seguimos el también hizo lo mismo y se volvió a envolver en su frazada de tigres en su carretilla colchón.

La subida parecía que había terminado, solo quedaba la tremenda bajada y una curva digna de ser tomada en cuenta. Ni más tiempo que perder todos comenzamos a montar las bicicletas y emprendimos la bajada. Justo en el momento que me dignaba a subir a mi bici se presenta lo que mas temía, un tremendo calambre, creo que fue en el bíceps femoral, pero se irradio hasta mi oreja porque me tumbo en un instante y empecé a quejarme. Ya todos habían bajado, quedaba yo solamente, me sentía mas solo que nunca, luego de unos minutos me repuse y sentía una soledad total pero era algo no temible, mas bien era algo agradable, a lo lejos las luces de la ciudad pucusana si mas no recuerdo, la meta por ese día, y no estaba dispuesto a fallar, bueno pues, luego de esa soledad transitoria decidí emprender la bajada.

Recuerdo que esa fue la parte más adrenalínica de toda mi vida, había subido montañas rusas antes pero esta superaba a todas a las que había subido, no se que a velocidad habría bajado pero era demasiada, nunca antes alcancé tal velocidad, fue lo máximo, grité, me sentí libre, fue desestresante, que momentos caracho, inolvidables, mi bicicleta y yo como una montaña rusa en el cual yo tenía el mando y control absolutamente de todo, momentos inolvidables, se los aseguro.
Creo que fue como 5 a 10 minutos de pura adrenalina. Los camiones al costado mío que intentaban ganarme, yo por el carril derecho seguía un camino recto y sin movimientos imprudentes, seguí y llegué rato después que mis amigo, pero lo hice.

Recuerdo que el puento de encuentro fue en un grifo, el primero que había en la carretera después de mucho tiempo. Mis amigos estaban preocupados, pensaban que me había pasado algo, les comenté que si, pero que no fue nada, solo un pequeño inconveniente que se resolvió sin problemas. Al revisar las provisiones y al notificar nuestro estado decidimos buscar guarida.
Recuerdo que a los pocos metros había como una estación, donde los ómnibus hacían una parada, al frente estaba una especie de comisaría, el pueblo en si, junto ahí había un mercadito, con mis 10 lucas decidí comprar agua y algunas galletas, la verdad la mayoría no tenía hambre, luego, compramos lo necesario, frutas y cosas así, lo que nos interesaba por el momento era encontrar hospedaje porque ya eran cerca de las 9 y mientras más noche más peligroso se podía ponerse la cosa.



La verdad lo que queríamos era acampar, el chiste no era hospedarnos en una pensión, además con nuestros fondos no creo que fuera una solución razonable. La señora al cual le compré las fruta nos preguntó que de donde veníamos y le dijimos que de lima, la señora se sorprendió y nos dijo que el sitio que habíamos cruzado era muy peligroso y que los accidentes con ómnibus y robos estaban siempre presentes, nosotros nos sorprendimos de la que nos habíamos salvado hasta ahora; nos dijo que llamáramos a nuestras familias para decirles que estábamos bien , la verdad con todo lo que paso lo había olvidado por completo pero tenía razón, lo hice, llamé a mi mamá y le comenté que estaba bien y que le comentaría los pormenores cuando llegara, me dijo que buscara hospedaje cuanto antes por que ya se estaba haciendo muy noche y sería más peligroso por esos lugares, le dije que no se preocupara que todo estaría bien y con una voz de seguridad me despedí de ella.

Al reunirnos con mis amigos el problema saltaba a la vista, necesitábamos saber dónde quedarnos y lo teníamos que hacer ya. La vendedora de fruta nos dijo que había un grifo más adelante y que el administrador era un familiar, que si le decíamos seguro aceptaría que nos quedáramos, nos dijo que "por estas épocas era común ver personas como nosotros que le gusta pedalear sin ningún sentido".

Bueno, seguimos pedaleando, la noche se hacía más pesada, luego de poco tiempo por fin vimos el dichoso grifo que estaba en el Km. 65 aproximadamente.

Llegamos con la lengua hasta a la altura de la llanta, lo primero que hicimos fue buscar al dichoso sujeto y lo encontramos, le dijimos si podíamos quedarnos por una noche a dormir a un costado del grifo, el señor nos dijo que podíamos quedarnos sin problemas pero eso si, no se responsabilizaba por la bicicletas.

Encadenamos todas las bicicletas, armamos la carpa, lo armamos en tiempo record, era uno grande donde cabíamos los 5. No era el campamento que nos imaginamos pero era lo menor que podíamos conseguir por el momento, nos aseamos, cambiamos de ropa y comenzamos a reposar muy adoloridos pensando que no podríamos levantarnos en la mañana; una amigo quería prender la leña que trajimos para la fogata, pero creo que la idea era algo descabellada considerando que estábamos a pocos metros de un grifo, así que decidimos guardarlo para una mejor ocasión y la tendríamos se los aseguro. Las cremas para el dolor muscular no se hicieron esperar, luego de contarnos nuestras anécdotas y vivencias planeamos lo que haríamos para el siguiente día, rato después nos quedamos totalmente dormidos.

Al siguiente día nos despertamos muy temprano, habíamos planeado que si seguíamos con el ritmo de siempre llegaríamos al 97.5 cerca del medio día, la verdad el viaje en bici era más corto de lo que pensaba, así que llegaríamos al Km. 100 ese mismo día.

Empacamos, le dimos las gracias al señor del grifo y comenzamos a pedalear otra vez. La verdad, pensaba que iba a estar muerto de cansancio para ese día, pero no fue así, me sentía ligero, como si recién emprendiera este viaje.

Justo iba a pasar por un puente (cuyo nombre no recuerdo) cuando comenzó lo que más temía, mi vieja bicicleta empezó a dar sus achaques de siempre, estaba en velocidad, frené como pude, estaba asustado, se me vino muchas cosas a la cabeza como qué es lo iba a hacer con una bicicleta malograda, no tenía dinero para regresar en ómnibus pero lo que más me jodía era que estando tan cerca de llegar a mi meta tendría que abandonar el viaje no por mi culpa sino por motivos externos.


Ya todos se habían ido excepto yo, uno de mis amigos regreso para ver que tenía y le mencioné que todo había acabado, el timón no funcionaba, él me dijo que solo se había desajustado y que tenía suerte que eso no hubiera sucedido en la tremenda bajada que nos dimos ayer en la noche, por que si esto hubiera ocurrido ahora estaría pedaleado en el patio de san pedro.

Mi amigo me animó y me dijo que no era un gran problema y que de seguro habría un mecánico que tuviera la llave que necesitaba para ajustarlo. Así fue, nos salimos 2 Km. de la ruta para buscar quién podría repararlo, y aunque aun muy temprano, vimos alo lejos un cartel que decía "se arreglan todo tipo de bicicletas y triciclos", sentí un alivio y de inmediato fuimos a verlo.

Un señor muy amable nos atendió, nos hizo pasar, nos quedamos viendo televisión mientras esperábamos que terminara de revisar la bici, nos sentíamos extraños viendo la tele, es como si fuéramos cavernícolas viendo una joya de la tecnología superior a la que conocíamos hasta el momento, y eso que solo habíamos estado en viaje solo unos días, es que ver tantas cosas, sentirlas tan naturales, ver que nos valíamos por nosotros mismos nos hacía diferentes, algo maduros no lo sé, pero diferentes después de todo.

El señor Comenzó a revisar el timón, saco muchas llaves que nunca había visto y eso que yo armaba y desarmaba mi bicicleta las veces que quería. En 15 minutos ajusto lo que se tenía que ajustar, reforzó algunos pernos flojos y "como nueva". Este amable señor nos pregunto de dónde veníamos, qué fue lo nos motivó a hacer semejante viaje de locura, le dijimos que el motivo principal para hacerlo era el de sentir que teníamos el control para hacer y deshacer proyectos, poder terminarlos sin pedir la ayuda de nadie, era mas que nada un reto trazado por nosotros mismos, la meta era llegar hasta el km 100, solamente con la ayuda de una bicicleta, nada mas. El señor comprendió, poco tiempo después terminó de repararlo y antes de despedirnos nos mencionó que un buen lugar para acampar era la playa "León dormido", le agradecimos su sugerencia y nos despedimos de una forma tan familiar que parecía que nos dependíamos de una persona muy cercana. La verdad no nos costó nada, nos habrá visto con cara de no tener dinero seguro, pero en fin, hasta ese momento solo me quedaban 5 soles y los cuidaría como oro.
Bueno, emprendimos otra ves el viaje, estábamos atrasados, nos llevaban 1 hora de viaje el resto así que deberíamos acelerar, avanzamos y el paisaje comenzaba a cambiar, cada vez había más tierras de cultivo, atrás quedaban los arenales que tanto molestaban.

Pedalear y pedalear, hasta que por fin pasamos el último peaje que tenía esa carretera para llegar. Recuerdo que estábamos muy sucios, la gente nos miraba pasar y se asombraba, éramos celebridades, así seguimos, queríamos llegar al 80 por lo menos para desayunar tranquilos.

El paisaje iba mejorando cada vez, una mezcla entre naturaleza agrícola y un paisaje marino hacían de este lugar único, se podía apreciar mejor cuando parabas y te quedabas quieto, solo pueden saber de lo que hablo cuando hagan lo mismo.

Alcanzamos a los demás porque ellos estaban descansando en una tienda, se olvidaron de las bebidas hidratantes y estaban tomando una coca cola, también la tomé y me pareció la coca cola más deliciosa que había probado en mi vida, ciertamente no sé si era la necesidad pero creo que podía tomar hasta agua sucia e igual me parecería deliciosa.

Seguimos y vimos paisajes espectaculares de los cuales a simple vista desde la ventana de un carro nunca lo hubiéramos podido apreciar, los animales, las plantas, una mezcla entre verde y mar nada visto hasta ese entonces.

El lugar más gratificante y el cual me hizo pensar que verdaderamente valió la pena este viaje fue una laguna que vimos en el camino, menospreciada por cualquiera pero espectacular para nosotros, fueron momentos fantásticos, nos salimos de la ruta por unos momentos, rodeamos la laguna, tomamos muchas fotos, en una de esas andadas casi nos bañamos en las aguas heladas de aquella laguna debido a una falta de coordinación motriz causada por las tantas pedaleadas, en realidad fue tratando de sacar una planta muy rara, la quería para llevarla como un recuerdo a mi mamá ya que a ella le gusta ese tipo de cosas. Risas, juegos, bromas, recuerdos que lo aseguro, de otra manera no hubiera sido tan especial.

Rato después reanudamos el viaje, cada vez el camino se veía plagado de tierras de cultivo, atrás quedaron los arenales, la verdad, me agrada más este panorama de fertilidad, vida, saber que ya no éramos solo los 5 sino que podíamos ver más gente al cual saludar como idiotas sin esperar recibirlo. Simplemente me agradaba más así el paisaje, no sé si será porque me hacía recordar mi infancia, cuando viajaba para visitar las chacras de mi abuelo pero lo que si sé es que me sentía en un ambiente muy familiar.
Y así llegó las 10 de la mañana y aun no desayunábamos, teníamos mucha hambre, justo llegamos al desvío para Mala, para ese entonces nosotros solo pedaleábamos por inercia, no nos dolía nada. Solo seguíamos.

Cada ves se estaban viendo cambios en el paisaje, las casitas modestas de los agricultores se transformaban en casas enormes alimeñadas, con piscina y una cochera, estas iban en aumento a medida que avanzábamos.

Bueno pues, así estábamos, llegamos a un lugar donde era casi inhóspito, excepto porque habían puestos donde vendían chicharrones, se veían y olían muy ricos pero creo que mis 5 lucas no me alcanzaban salvo para el cafecito con leche, nunca pensé estar pasando estas penurias pero no nos quejábamos, decidimos descansar al frente de los puestos y comenzamos a comer nuestros suculentos atunes que para nosotros eran el manjar de los dioses.

Comenzamos el viaje pero esta vez veíamos personas haciendo lo mismo que nosotros la mayoría de regreso, todos con sus respectivos implementos, cascos, ropa holgada, etc. Eso nos hacía pensar que ya estábamos cerca.

Aproximadamente por el km 97 sucedía algo curioso con el paisaje que se presentaba, a mi derecha habían casas muy bonitas con cochera piscina varios cuartos, canchas de fútbol, unos condominios espectaculares, pero a mi izquierda se apreciaban casas modestas, seguramente sin agua ni desagüe aun, la confusión era saltante, nunca pensé que pudieran juntarse la alta y la baja simultáneamente, ….signos que puede haber una unión entre clases y por fin la utopía de un mundo tolerante se estaría formando en el sur?..lo dudo mucho.

El paisaje había cambiado drásticamente, los centros comerciales, autos, y personas eran muy distintas a las que habíamos acostumbrado ver en el camino, estábamos cansados y teníamos que comprar las últimas provisiones del viaje, y así cochinos, decidimos descansar en el estacionamiento del famoso boulevard, sin roches, porque la vergüenza creo yo se habían quedado de lado por la misma necesidad que se presentaba en ese momento. Quizás en algún lugar nos prestarían un baño para darnos una limpiada como dios manda, así que descansamos a nuestras anchas a la altura del estacionamiento de Wong, todas nuestras provisiones consistían en un gatorade en polvo y agua mineral, nada más, lástima que el gatorade solo se conseguía en wong porque lo gracioso era que tan solo con cruzar la panamericana los precios diminuían drásticamente.

Ya solo nos quedaban 2.5 Km. por recorrer, el trayecto había sido duro pero al final lo lograríamos, cumpliría por primera vez algo que en verdad me proponía a terminar desde el comienzo, esta vez sin deserciones.

Sin esperar más seguimos el camino hacia el Km. 100, parece mentira pero cuanto más nos acercábamos más cansados nos sentíamos, pero eso no nos apartó de la meta.
Hasta que por fin llegamos, esa llegada fue apoteósica para nosotros, risas, fotos, la gente nos veía sorprendidos, algunos se reían seguramente, nos valía, lo habíamos logrado, se lo demostré a todos los que me daban por muerto en el primer cuarto de trayecto, a los que se acobardaron, se lo demostré a los que nos dijeron que estábamos locos y nos faltaba madurar, y especialmente me lo demostré a mi mismo.

Acabada las celebraciones no quedaba más que hacer, nos sentíamos como los revolucionarios que cuando triunfan en su revolución, no saben que hacer con ella y solamente tienen 2 caminos: inmolarse o el emprender la retirada.

Pues bien, estábamos por regresar para poder llegar a acampar en la playa recomendada a una hora prudente, pero se nos ocurrió entrar a la playa más cercana, bañarnos aunque sea con agua de mar porque ciertamente lo necesitábamos.

Llegamos a una playa cuyo nombre no estaba en el mapa, inhóspita, sin cercas que prohibían su pase, a los lejos se veía todo el resplandor de la modernidad una de esas playas donde no puedes llevar tu olla con arroz con pollo ni tu cebiche en bolsas plásticas.
Bueno a esta playa era bastante inhóspita, quizás por muy poco tiempo ya que como muchos sucumbiría a germen de la exclusividad.

Cuando llegamos habían pescadores lugareños, seguro uno de los pocos que aun quedaban y que aun no se resignaban a su extinción, esos que aprendieron de sus padres el arte de su técnica y que ahora estaban destinados a desaparecer en un abrir y cerrar de ojos para dar paso a trabajos dignos de una vida urbana del cual nunca formaron parte. Ellos estaban desembarcando la pesca de la tarde, sus familiares también ayudaban con la faena, esposas y niños, todos en completa cooperación.

Ahí estuvimos viendo la faena de los pescadores, tratando de regresar la red al bote, repartiendo el botín, los niños pequeños ayudando, colaborando al igual que toda la familia. Decidimos acercarnos para ver más de cerca ese trabajo, los lugareños al comienzo nos vieron con desconfianza, luego después al ver que no representábamos peligro alguno nos comenzaron a hablar en forma sencilla y servicial, algo que nos sorprendió por la educación que habíamos creído que podían tener.

Sacar la red del mar era un trabajo muy difícil, nada fácil para pocos hombres, el jefe del grupo era un señor cuya edad estaría entre los 65 años, fuerte como un roble, seguro por que toda su vida tuvo trabajos pesados.

Pero nosotros como hombres machos recontra fuertes decidimos ayudar, pensamos que con los cinco sería más que suficiente y se haría el trabajo en un dos por tres, pero fue todo lo contrario, parecía que las redes estaban hechas de acero, era imposible moverlas con facilidad, los hicimos en grupo, con fuerza, a la orden del anciano jalamos, todos ayudándonos hasta que luego de 15 minutos 5 descansadas, 2 litros de agua de mar ingeridos sin querer, se logró el objetivo.
Ese trabajo creo que nos mató más que el simple viaje desde lima, le preguntamos cuantas veces lo hacían y nos respondieron que eso se hace todos los días, a veces solo en la mañana o solo en la tarde pero si el tiempo y la marea estaban a su favor se hacía en ambos turnos.
Luego de terminar, empacaron todo, montaron en su triciclo y emprendieron el viaje a sus casas, desde luego no sin antes agradecernos por la ayuda y obsequiarnos un par de pescados. La verdad, primero decidimos no aceptarlos pero luego entendimos que esa era su forma de agradecernos, puesto que en su razonamiento el trabajo tiene que ser recompensado y no aceptarlo sería algo ofensivo, así que decidimos aceptarlos al final.

Después de un tiempo la playa estaba sola para nosotros, había un toldo medio extraño a unos 100 metros de distancia con relación a Asia, tenía el logo de Barena, de seguro será un recepción que no tardará en empezar, decidimos esperar mientras nos bañábamos y reposábamos.
Hasta que de un momento a otro comenzaron a llegar los autos en caravana, la verdad que en un abrir y cerrar de ojos estaba casi lleno. Pero que había? quién se presentaba? tongo en Asia? noo lo creo, algún otro grupo chichero? tampoco... Era nada más y nada menos que un concierto de música electrónica, una música bulliciosa para algunos energizante para otros.
A todos nos gustaba ese tipo de música así que divertirnos era cuestión de tiempo. Sin más que pensarlo nos unimos a la fiesta, claro esta solo entre nosotros, y claro tampoco sin entrar porque éramos los invitados especiales sin pase de entrada.

La pasamos muy bien, saltando, gritando, y eso que solo teníamos dinero para 3 latas de cerveza, las cuales lo repartimos en el grupo. Fue la fiesta más misia pero a las ves más divertida que recuerde haya pasado con mis amigos.

Ya de noche teníamos que acampar pero en nuestra autosuficiencia dijimos que acamparíamos en la playa recomendada el cual se encontraba en el km. 80 aproximadamente. Lo hicimos, recorrimos cerca de 20 Km., otra vez fuimos negligentes porque viajar de noche es un riesgo que se asume desde que uno sale.

Pues bien cerca de la 10 de la noche llegamos a la playa, alucinados por la fiesta, las cosas que estábamos viviendo, la independencia. Armamos la carpa, encadenamos las bicicletas, y ahora si prendimos la fogata intentando preparar los suculentos pescados que nos habían regalado, al final depués de muchos intentos se hecho a perder, no había sartén ni aceite, ni nada necesario para cocinarlo, al cercarlo al fuego simplemente carne se desmoronó del esqueleto, incomible, solo nos quedo tirarlo a la basura y seguir con los atunes, y así fue, sentados con nuestros atunes al costado de la fogata.

Junto a nuestra carpa estaba una familia que también había acampado, ellos al momento de llegar nos miraron con recelo debido a nuestro aspecto de muy desaliñado, pero tiempo después luego de asearnos y cambiarnos cambiaron de opinión. Luego de un tiempo hubo más confianza comenzamos a conversar, reír y contar nuestras anécdotas, después, decidimos unir nuestras fogatas, fue una noche no tan despejada pero si se podían ver algunas estrellas.

Y así paso el rato, fue espectacular la noche, luego de un tiempo de amena conversación el cansancio nos ganó, nos despedimos de la familia porque al día siguiente partiríamos muy temprano y ya no nos veríamos más, un simple cuídense muchachos, fue lo último que escuche de aquel carismático señor.

Como había dicho antes, no se si fue suerte o no, pero en cada paso que dimos en ese viaje encontramos personas que la verdad te inspiran a seguir siendo como eres, esa gente que aún en estos tiempos de desconfianza comprendida se abren paso para un poco de amistad desinteresada.

Quizás esa fue la única vez que los vería, pero cada persona que nos brindó alguna ayuda quedará en la inmortalidad en nuestros pensamientos y por supuesto en esta historia que hoy relato.

Y así emprendimos muy temprano el viaje de retorno, sabíamos que iba a ser duro pero si nos esforzábamos, ese mismo día estaríamos llegando a lima.

Siempre dicen que el trayecto de ida es más difícil que el regreso y esta vez no fue la excepción. El viaje fue muy ligero, no tuvimos contratiempos, pedaleamos sin parar desde las 5 que salimos de aquella playa, nuestra sorpresa fue que a las 11 ya estábamos en campo mar, seguimos a paso firme y acelerado, la carretera estaba un poco mas libre debido a que los carriles de ida hacia el sur estaban repletos de carros con personas que querían ir a la playa, así que por los carros no había tantos problemas, el problema en si era el sol, ese sol sofocante que te dejaba sin aire y te hacia parar.

Bueno a paso firme y sin vacilación regresé a mi casa cerca de las 4 de la tarde, mi madre se sorprendió al verme llegar, se alegró, le conté todo lo que había pasado me pegue un buen duchazo y me fui a dormir.

Escribo esta última parte para agradecer a todos los que nos ayudaron a que llegara a la meta, directa e indirectamente me demostraron que aún en la desconfianza de la vida actual todavía queda espacio para la amistad desinteresada característica humana que yo hasta ese entonces había puesto en tela de juicio su existencia. Gracias a ellos, demostré a varias personas lo capaz que podía llegar a ser para comenzar una cosa y terminarla, porque aún cuando todo sea adverso termina los que empezaste, no dejes a media pagina tu libro porque puedes perderte momentos realmente muy buenos. Pero siempre hay que tener en cuenta que en cada km que recorramos no debemos olvidar que “Uno no sabe a donde se dirige sin saber antes de donde vino” ley fundamental de la vida que se debe tener siempre en cuenta.








1 comentario:

Grauben dijo...

Cesar lo felicito por el post!!! :D

el relato ha sido tan inspirador... es una aventura que uds jamás olvidarán y una aventura que puede animar a otros a levantarse del sofá y hacer algo de lo cual puedas decir luego "he vivido"

Aquello que dices de las personas que conoces en los caminos es tan cierto. Sólo cuando viajas de carretera, a pie, en bicicleta, tienes la suerte de encontrar esas almas que te hacen creer de nuevo en la humanidad. Lo he vivido. Y es gracioso como al cabo de unas horas con un "adiós, buena suerte" te despides para siempre de las mejores personas que conocerás en tu vida.

Muchos pueden decir que algunas cosas son descabelladas o hasta estupidamente temerarias. Aventura es tentar a la muerte y vencerla :D cuántas personas pueden jactarse de ello?

Humm querido sur.. me encantó reconocer muchso de los lugares que mencionas. Como los demás, los he cisto desde la ventana del auto la mayor parte de las veces. León dormido es una playa discriminada por estar muy cerca de la carretera, que tontería! ese pequeño paraíso.

Dato: Al pescado se le introduce una varita de madera y ésta se sostiene unos 50 cms por encima del fuego con otros leños como soporte, y se gira de rato en rato. Si puedes le sacas los intestinos primero. Queda riquísimo ^^